Es hora de salir. De ir a casa a comerme las orillas del orgullo que alguien olvidó.
Es tiempo de dejar de escatimar en horas y dormir un poco más.
Es hora de fingir que no me percato que están aquí, sean quienes sean.
Y si aún así sigo postergando todo, me quedaré en la silla viendo todo en el retrovisor.
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