miércoles, 30 de julio de 2014
Hojarasca
Deshojada y sin pena.
La hojarasca vuela al rededor tuyo.
Deshecha por las horas de insomnio.
Sostenida con la vena a reventar.
Solitaria como luces en la niebla.
Lejanas y agotadas de tanto alumbrar.
De tanto ser lo ineludible, lo inevitable.
Y de ver como todo se va extendiendo en medio de nada y sin razon.
Sin tinta quedó la pluma por falta de uso.
Ya nadie escribia cartas con ella.
Se quedó por años clavada en aquel cristal.
Incrustada entre las parrandas interminables, sin descansar.
Colores, teñidos todos de malestar.
De espejos que no reflejan nada.
De extremos vacíos repletos de sensaciones.
Repletos de puertas entreabiertas por descubrir.
Y si, nada hay detras del parloteo superfluo.
Nada hay detras de aquello que desconoces.
Y nada hay dentro de lo que no te incumbe.
Pero si, si hay mucho detras de aquello que terminas buscando con fervor inexplicable.
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