martes, 29 de julio de 2014
La hora de la catarsis
No es nada personal
Sólo es que me gusta escribir
Cuando llega la hora de la catarsis
Todo se distiende, no todos lo pueden comprender
Sólo unos cuantos afortunados
Sólo las nubes que van y vienen
Que explotan repentinamente
Y que se desnudan sin algún pudor
Madres, padres, hermanos
Esposas e hijos
Nadie en este contexto que sepa en realidad escuchar
Percibir, captar lo que hay en los demás
Catarsis sublime, bañada en un viejo vino
Desentendida de toda lógica y de toda realidad
Sólo así, sólo de eso modo surte su efecto
Entretejida de una sutil fe inexplicable
Lo cura todo, por un momento como el silencio
Como el silencio inoportuno de las mañanas
En las conversaciones de la cocina
Y en las pláticas inconclusas
Que dejan a todos con las pestañas pegadas hasta el amanecer
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